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‘Marisol, llámame Pepa’: de espejo de los valores del franquismo a símbolo de la emancipación femenina

Pepa Flores, Marisol.

Alejandro Luque

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Hace 40 años que Pepa Flores, la actriz que encarnara de niña al popular personaje de Marisol, decidió apartarse de los focos y negarse a conceder entrevistas. Y sin embargo, a cada tanto vuelve a hablarse de ella, pues quien ocupó tanta atención del público durante décadas no puede acceder tan fácilmente al olvido. Prueba de ello es Marisol, llámame Pepa, un documental de la directora Blanca Torres que traza un retrato de aquella niña que se convirtió en el gran fenómeno sociológico de su tiempo y marcó la evolución democrática de todo el país.

“Cuando empecé a trabajar en la idea con Chema de la Peña, nos dimos cuenta de que Marisol era una figura que nos unía a ambos”, comenta la cineasta. “Nos llevaba a los dos a un lugar de nuestra infancia. Yo recordaba que mi madre, de pequeña, quería ser Marisol, y yo los domingos me cargaba todas sus películas hasta compartir con ella la fascinación por el personaje”.

Según Torres, “ahora Pepa Flores lleva 40 años en silencio, pero seguimos hablando de ella. Cuando no acudió a recoger su Goya, todos entendimos que era merecedora de descanso, pero por nuestra parte nos empezamos a preguntar por si es un mito nacional, y por qué lo es… Queríamos sobre todo hacer un documental en el que el punto de vista fuera importante, hacerlo lo más cercano posible a lo que Pepa Flores habría contado”.

Cambio de voz

Para ello, el documental -producido por Tu Luz y Mi Calma y Sarao Films, y que llegará a las salas de toda España este fin de semana- va reproduciendo ideas de la propia actriz en distintos momentos de su vida, de modo que el espectador va asistiendo a los cambios de su discurso. “En el momento de mayor popularidad de Marisol había nada menos que dos revistas dedicadas a Marisol, Mundo juvenil y Simpatía, que era un diario apócrifo de la fábrica de Goyanes, su productor, en el que ella contaba su vida. Todo ello nos ha servido para ir armando su discurso”.

El documental también refleja como, película tras película, la niña que se consolida como encarnación de los valores del franquismo –con su eterna vocación de ama de casa, por muy chispeante que fuera– se transforma en algo muy diferente. “Hay un quiebro, el de su voz, que tiene que ver también con un resentimiento de su salud. El cansancio se apodera de ella, pasa de tener una voz fresca, transparente y bonita a una voz más recia, y eso también lo reflejamos en la cinta: nosotros cambiamos de actriz para esa voz y dejamos que nos cuente esa nueva etapa: la de una mujer que busca su libertad y reivindica su nombre: ‘No soy Marisol, ese ser maravilloso que crearon…’”.

Pero, ¿qué tenía aquella niña para conquistar el corazón de varias generaciones de españoles? Torres no lo duda: “Marisol viene del futuro, estoy convencida de ello. Esa niña no tenía nada que ver con su extracción social humilde ni con la realidad que la rodeaba, parecía que venía de los Estados Unidos, de la industria de Hollywood. Ese género musical que, a través de la canción y del baile, te lleva a un mundo en el que todo es felicidad. Tenía, además, una gracia brutal. Era una chica con una naturalidad fascinantes”.

Icono político

“Pepa Flores también parecía una mujer venida del futuro”, prosigue Torres. “Solo hay que ver sus fotos desnuda, y para cuya publicación en Interviú no dio permiso. Ahí se muestra una España mucho más libre, opuesta a la represión sexual que imperaba en el franquismo. Como comenta uno de nuestros entrevistados, es como la libertad guiando al pueblo de Delacroix, solo que fotografiada por el objetivo de César Lucas”.

Así, la Marisol adulta se erige también en icono político, que llegó a contraer matrimonio en Cuba ante el mismísimo Fidel Castro. “Ella decide que no tiene por qué esconder sus convicciones, y engancha bien con el comunismo como reivindicación del lugar de donde viene, lo que la une mucho a su marido, Antonio Gades. Se identifica con la lucha de clases y la vemos involucrarse activamente en los mítines de la época, aunque una parte de la sociedad lo sintiera como una traición”.

El último acto de la historia es su rechazo a la escena pública y su defensa a ultranza de la intimidad. Algo que Blanca Torres se explica en parte porque “Marisol fue una niña sobreexpuesta a las cámaras, que no tuvo capacidad de decisión sobre su destino. Estuvo diez años en casa de los Goyanes, con una agenda que le venía impuesta. Pero en cuanto pudo, se retiró a Altea, se dedicó a criar a sus hijas y tuvo la vida tranquila que siempre quiso. Los focos eran para ella una responsabilidad y una obligación, hasta que consiguió esa libertad buscada durante toda su vida”.

La transición de las mujeres

Naturalmente, Marisol no ha querido participar en el documental, aunque ha podido verlo y dar su visto bueno. Tampoco comparecen sus hijas, “que se mantienen fieles a la decisión de su madre, aunque han estado al tanto de todo y las hemos sentido muy cerca”, señala la directora. Sí aparece en cambio la hermana de la actriz, Vicky, junto a testimonios de Amaia, Elvira Lindo, Marta Sanz, Enrique Cerezo, Fernando Méndez Leite, el biógrafo Luis García Gil, Cristina Hoyos, Aintzane Rincón, la coleccionista Mireia Cervantes o el citado César Lucas.    

“Para nosotros, Pepa Flores es el mito que mejor explica la historia reciente de las mujeres de este país”, concluye la directora. “Ella es la transición de las mujeres. Su viaje conecta con el que iban a realizar nuestras abuelas y nuestras madres. Y estoy seguro de que las jóvenes de hoy van a poder identificarse también con este personaje, el último eslabón de una historia de conquista de libertades que empezó en los años 60”.    

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